Las palomas urbanas, como seres vivos que son, pueden padecer enfermedades infecciosas además de portar parásitos como piojos, pulgas o garrapatas. No obstante y aunque los casos de transmisión de enfermedades no son comunes ya que suponen haber tenido un contacto directo con el animal o con sus excrementos, es mejor evitarlas o por lo menos no alimentarlas para así controlar su población, en conjunto con las medidas aportadas por los ayuntamientos de nuestras ciudades.
Otro problema derivado de la población de palomas son sus heces y el deterioro que pueden provocar ya que son corrosivas. Esto es debido a que las heces de las aves contienen ácido fosfórico que no sólo maltrata edificios sino que también puede dañar estructuras metálicas, como la carrocería de un coche, sobre todo si se combina con las altas temperaturas que alcanzamos en las estaciones más calurosas.
Pese a que el riesgo de contraer una enfermedad transmitida por las palomas es muy bajo, también es cierto que existen grupos de mayor riesgo como niños, ancianos y personas con el sistema inmunológico más debilitado ya que sus defensas estarán muy bajas. Como siempre, en este y en cualquier otro caso relacionado con la salud, lo más recomendable será mantener una buena limpieza y evitar el contacto directo con las palomas y sus excrementos, y así prevenir que hongos, bacterias, virus o parásitos puedan alcanzarnos.
Acciones a eludir serían por ejemplo, que los niños se acerquen a jugar con las palomas o que les den de comer ya que de este modo sólo las atraemos. Además las plumas pueden contener ácaros y el propio animal puede tener piojos o garrapatas. Ya que no podemos tomar precauciones en su desparasitación, como lo hacemos con nuestros animales de compañía, lo mejor es mantener la distancia.
Por otro lado, si queremos limpiar una superficie de excrementos de paloma lo mejor es hacerlo con abundante agua y tomando las medidas higiénicas necesarias como ponerse guantes o incluso mascarilla y es que cuando los excrementos de palomas se secan pueden diseminarse por el aire. Así que como más vale prevenir que curar, es recomendable usar mascarilla para evitar que el polvo que se levante pueda ser inhalado accidentalmente. También es importante lavarse las manos para así desinfectarlas una vez hayamos terminado de limpiar los excrementos de paloma.
De hecho las enfermedades que pueden llegar a transmitir las palomas son habitualmente respiratorias siendo las más comunes la alveolitis alérgica, la tuberculosis aviar o la neumonía atípica, a raíz de la inhalación del polvo fecal o por hipersensibilidad a las plumas. Dentro de lo serían las enfermedades digestivas la más común sería la famosa salmonelosis, fruto de la ingestión de alimentos que puedan estar contaminados.
Hoy en día podemos ver que para mantener alejadas a las poblaciones de palomas se usan púas, mallas y alambres. También existen productos repelentes así como sonidos que pueden ahuyentarlas. De todas formas y como mencionábamos con anterioridad los métodos que tenemos más a nuestro alcance son la limpieza y evitar el contacto directo.