El control de plagas en la agricultura es una medida necesaria para garantizar la buena salud de nuestros cultivos. Puede considerarse una plaga cualquier agente que provoque la enfermedad en ellos o produzca alteraciones fisiológicas en la producción. Por ejemplo, la presencia de insectos, roedores o plantas invasoras ponen en riesgo las cosechas y pueden ocasionar grandes pérdidas tanto económicas como de producción en la agricultura.
Por eso, el artículo de hoy va dedicado a reflexionar sobre las diferentes plagas que pueden afectar a los cultivos y cómo efectuar un buen control de las mismas para no poner en peligro todo el trabajo efectuado en el espacio agrario que se ha trabajado y mantenido previamente.
Entre las plagas más comunes que afectan a los cultivos podemos señalar la de insectos, las de roedores y las que tienen que ver con las de microorganismos que provocan enfermedades en las plantas.
En cuanto a la plaga de insectos, hay algunos ejemplos como en el caso de las langostas en las que su presencia es estacional y depende de la ubicación geográfica del cultivo que aparezcan o no. Sobre estas, se ha escrito mucho sobre ellas en referencias de la antigüedad y se trata de una especie amenazante para los cultivos de maíz. Permanecen vivas una media de un año y al tratarse de insectos se desplazan durante miles de kilómetros en bandas de millones de ejemplares.
Para su correcto manejo, tras haber detectado la aparición de una plaga se intentará realizar un control de la misma en la zona donde haya cosecha afectada, tratando de aislar las zonas donde se detecte la presencia de plagas para realizar una evaluación de las medidas que serán necesarias para su saneamiento.
La propagación de plagas como las causadas por microorganismos o virus son complicadas de detectar debido a su rápida propagación, así que se procedera a elaborar más bien un plan de prevención con el uso de los fertilizantes y aislantes correspondientes. En las plantas, las enfermedades pueden ser causadas por bacterias, hongos y demás agentes infecciosos, o también por el uso de plaguicidas que sean demasiado agresivos con el medio ambiente y contaminen el cultivo.
En cuanto a las plagas de animales que se alimentan de las cosechas como los ratones o los conejos, debemos tener en cuenta su ciclo de reproducción rápido para llevar a cabo una actuación lo más rápida posible. La presencia de animales disminuye la producción del cultivo y reduce su valor económico porque afectan a toda la cadena de producción. Su presencia no solo es agraria sino que aparecen en lugares de almacenamiento y en los departamentos del sector servicios, por eso es necesario llevar a cabo planes de desratización a través de sistemas como el Sistema Eko, la implementación de barreras físicas como medida de prevención y el monitoreo de las plagas para su correcta eliminación.
Por estas razones, la medida más eficaz si detectamos la presencia de una plaga en nuestro cultivo es ponerse en manos de profesionales que nos asesoren sobre qué decisión es la más acertada acorde a nuestras necesidades.